Bastardos

Sabed, bastardos, que en la hora más negra, cuando hayáis vendido a dios nuestras almas y hayáis sembrado los campos de sal, cuando al alba ladren los perros y hayáis fusilado al último poeta, la sombra que arrojáis a vuestro paso os buscará las entrañas y será el cieno que ahora os alimenta el que provoque vuestra asfixia: moriréis de avaricia. Sabed, bastardos, que en la hora más negra, cuando hayáis entregado el futuro de nuestros hijos a la bestia que os gobierna y hayáis regado con la sangre del obrero las plazas de los pueblos, seréis cadáveres de tercera y en las mismas bocas de las que hoy nace la mentira, preñadas ya de gusanos, no cabrán vuestras riquezas, sino apenas un puñado de tierra en el que germinarán de nuevo el amor y la revolución. Sabed, bastardos, que vuestro infierno será el más largo porque disteis la espalda al hombre y repartisteis la miseria y por los siglos de los siglos recordaremos vuestros nombres y bailaremos encima de vuestras tumbas y quedaréis en la memoria del mundo tan solo como aquello que ahora sois: una gran mancha de mierda.

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