Domingo
Despierto de un sueño profundo y hago mi ingreso en este domingo radiante (paradoja pura ésta) bendito por el sol de octubre. Hago un repaso improvisado de lo que será mi tarde después de la paella: sofá y pelis, o sofá y lectura, o sofá y sofá, disfrutando de vez en cuando de un té o de este olor a verde fresco de mis dedos.
De pronto, como aquel que ha perdido las llaves, las gafas o el movil, me pregunto dónde están mis ganas de cambiar el mundo; aunque es cierto que me lo pregunto sin sobresaltos, como si no fuera la primera vez que me percato del extravío. Me refiero a mis ganas físicas, porque mis ganas mentales están intactas: soy consciente de que el mundo es un atentado contra la razón lo mires casi por donde lo mires; me empapo de argumentos a favor de la justicia, de la solidaridad, en contra de la sinrazón, de la avaricica, del abuso de poder, de la infamia, de las armas, de la doble moral, de la mentira y la manipulación, de la cultura basura prefabricada y rancia que nos intenta devorar, e incluso en contra de los que no hacen nada; sé perfectamente quiénes son "los malos" y les odio tanto que podría salir a buscarles a la calle para arrojarles cualquier cosa (¿verdades como puños, palabras como balas, piedras como piedras?). Pero no me muevo.
Me pregunto qué soy exactamente: ¿un burgués? ¿un nihilista? ¿un estupido? ¿una víctima? ¿un verdugo?; ¿qué pasó con mis ganas de cambiar el mundo? ¿las perdí? ¿las olvidé en casa de alguien? ¿las dejé morir? ¿las envené yo mismo? ¿me las robaron?
Le daré vueltas toda la tarde hasta la hora de acostarme. Me dormiré después tranquilo y mañana me adentraré en la engrasada maquinaria del dinero, venderé mi cuerpo y mi mente durante ocho horas desde el lunes hasta el viernes. El sábado me emborracharé disfrtutándo de lo libre que soy y el domingo me preguntaré de nuevo, sin sobresaltos, qué coño ha pasado con mis ganas de camibar el mundo.
2 comentarios:
Busca entre las mensualidades de la hipoteca de tu pisito, detras de las cuotas del crédito del utilitario, debajo de los tickets de la lavandería, el restaurante, los hoteles de las últimas vacaciones... Tenemos de todo (sin pagar, pero de todo). Las verdaderas ganas de cambiar el mundo (no las tuyas, sino las de verdad) están (incluso puede que sea más correcto decir estuvieron)allí donde el mundo no resultaba tan confortable (siquiera, engañosamente confortable)para la mayoría. Hablamos de otro tiempo y de otro espacio. No obstante, sigue buscando, a ver si, de paso, encuentras las mías.
presiento que a casi todos nos ha pasado algo asi.
nos hemos dejado llevar....
jorgin.
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