Lección casera de hedonismo (#2)

Si el placer no viene a nosotros de motu propio, o lo buscamos pero no tenemos éxito, siempre podemos crearlo. En esta lección veremos como se puede fabricar el placer con los ingredientes más básicos, los que tengamos más a mano. La idea fundamental consiste en crear una necesidad que podamos satisfacer de manera inmediata y sin restricciones. Lo ilustraremos con un ejemplo práctico: compre unos litros de cerveza y una bolsa grande de torreznos fritos. Comience comiendo torreznos hasta que note una pelota en el recorrido del sistema digestivo. Le aseguro que le apetecerá cerveza fría, justo lo que tiene en el frigorífico. Beba cerveza hasta que desaparezca la pelota. En unos instantes le apetecerá de nuevo comer torreznos. Coma hasta notar de nuevo la pelota y a continuación satisfaga su sed bebiendo cerveza fría. Si le vuelven a apetecer torreznos…¡enhorabuena!, ya ha creado el bucle mágico. Hemos de puntualizar que los ingredientes pueden variar en función del gusto del individuo. Con la práctica llegará a conocerse y a comprender el funcionamiento de sus apetencias. Cuando ya no sepa si le apetece más cerveza o más torreznos, o cuando sienta que está a punto de reventar de placer, abandone el experimento. Seguir podría resultar peligroso.

Cuando se convierta en un experto podrá experimentar el máximo placer creando un bucle múltiple con los ingredientes que prefiera o entregarse al placer supremo haciendo en cada momento lo que más le plazca. Un ejemplo: enciérrese un fin de semana en casa. Comience por ejemplo con los torreznos y la cerveza. Cuando dude si le apetecen más torreznos o más cerveza, averigüe qué otra cosa de las que tiene en casa le daría placer, por ejemplo, un té. Tómese el té. Fúmese un peta. Lea. Encienda la tele. Vea una peli. Pique unas aceitunas. Fúmese otro peta. Beba un refresco. Mastúrbese. Lea de nuevo. Escuche música. Prepárese un cubata y tome un baño (mientras puede fumarse otro peta). Vístase y piense por un momento que es martes y que tiene que ir a trabajar. Olvídelo y piense que no, que es sábado, que no tiene ninguna obligación. Quítese la ropa y coma algo, tómese un té, fúmese otro peta y métase en la cama. El fin de semana se ha acabado. Mañana hay que currar. Cuando esto ocurra se sentirá mal: es el precio del placer.

Quizá desconfíe y esté pensando “Este pavo es gilipollas”, que es lo que pensaba un servidor mientras redactaba esta exposición. Pero piense un instante que si la publicidad y la sociedad de consumo funcionan en base a un mecanismo similar (aunque mucho más retorcido, pues nos hace desear lo que no tenemos) y ha conseguido convertirnos a todos en esclavos, algo de razón tendré.

2 comentarios:

Anonymous | 6 de julio de 2007, 2:30

muy AMO!!
practicado en carnes propias?

Moha. ;)

Carlos Peña | 6 de julio de 2007, 8:25

Sí, sí, esto está ya totalmente testado, jaja.

Publicar un comentario