Un mal día

Como cada mañana, me levanto, me quito el polvo, me siento unos minutos delante de las noticias, me hago a la idea de que hay que vivir aunque no esté muy claro por qué ni para qué, cargo en mis bolsillos las nostalgias, los deseos, los terrores y salgo a las calles. Arrastro mi gran roca particular, castigado por los dioses, como un Sísifo con vaqueros y gafas de sol, montaña arriba, hasta llegar a mi confortable celda del siglo XXI. Me pongo la máscara y me asomo a una ventana de 19 pulgadas, siempre con la esperanza de que entre algo de aire, y siempre descubriendo, como si fuera la primera vez, que sólo es un paisaje pintado en la pared, que no hay ventana, que desde mi celda no puedo ver el mar. Cada jornada, el mismo camino, la misma roca, el mismo esfuerzo inútil, la misma máscara, el mismo sinsentido.

De regreso, paseo por el parque, me siento junto a un viejo que mira al frente desde un banco. No cruzamos palabra, pero por las lágrimas que asoman en sus ojos de viejo sé de su devastadora soledad. Luego se levanta, coge un taca-taca y camina arrastrando los pies. Es el ejemplo más claro de una derrota injusta y despiadada. Ya de camino a casa, me cruzo con un grupo de 'disminuidos', unos con problemas físicos y otros de caracter psíquico. Sobre cuarenta sillas de ruedas desfila una pequeña muestra de las putadas que le pueden tocar a uno en la vida: deformaciones, problemas de movilidad, musculares, respiratorios, de huesos, del habla, episodios maníacos, depresión, ansiedad, enuresis, hiperkinesia, rasgos obsesivos, pensamientos delirantes... Una baraja completa de calamidades.

Al llegar a casa recaliento las sobras de la comida y veo en la tele unas declaraciones del presidente Bush: "Irak es ahora un lugar en el que la gente puede reunirse libremente y expresar sus opiniones, y veremos muchos más progresos en el futuro." Los 600.000 iraquíes que han muerto desde la invasión de EEUU en el 2003, digo para mis adentros, también deben de pensar lo mismo.

Me acuesto pensando que no concibo que un creyente pueda perdonarle a su dios todopoderoso semejante chapuza, semejante maldad, semejante insolencia y sobre todo que tuviera los cojones de sentarse el séptimo día a descansar.

3 comentarios:

jorgin | 17 de mayo de 2007, 3:23

joder men, un poco de animo que no se puede vivir con semejante carga un dia si y otro tambien.
Has conseguido ver el docu "Las alas de la vida"?

www.weed-marijuana.blogspot.com | 17 de mayo de 2007, 4:44

www.weed-marijuana.blogspot.com

pena | 21 de mayo de 2007, 5:43

...pero no te creas que se sentó a descansar sin más, antes dejó a unos cuantos "subordinados" velando para que la gente pille el sida en vez de ponerse un condón, para que los que no podrán alimentarlos tengan 14 hijos en vez de ponerse un condón y para que dejen bien claro a aquellos que, a pesar de todo, les dé por ponerse un condón, que arderán eternamente en los infiernos. Porque hay que priorizar y el hambre , el sida... son mariconadas comparados con el daño que causan los condones!!

Publicar un comentario